El consumo de porros ha aumentado notablemente en las últimas décadas y supone cada día más un problema grave en la adolescencia. Curiosidad, presión de grupo y círculos de amigos cercanos, deseo de encajar o ganas de experimentar son algunos de los motivos por cuales los adolescentes empiezan a consumir marihuana.

En Amay A.Mas Terapia vemos las consecuencias de consumir marihuana y cómo este consumo se vuelve adicción. Y es por ese motivo que en el siguiente artículo encontrarás 7 claves si piensas abordar el tema de los porros con adolescentes.

Marihuana y adolescentes

Dentro de las drogas ilegales, el cannabis, generalmente conocido como marihuana, es la droga con más índice de consumo en España, de los 15 a los 64 años. Aunque la edad media de inicio de consumo se sitúa por encima de los 18 años, lo cierto es que los datos sitúan el primer contacto con la droga alrededor de los 14.

A pesar de que la gran mayoría de los consumidores de cannabis son consumidores experimentales u ocasionales, como es el en la época de la adolescencia, el patrón de consumo de esta sustancia aumenta el riesgo de padecer efectos sobre la propia salud, desarrollar dependencia, obtener peor rendimiento académico, laboral…

Uno de los riesgos más peligrosos del consumo de marihuana en adolescentes es que consideran el hecho de fumar porros una acción inofensiva que conlleva pocas o nulas consecuencias, cuando esa no es la realidad. Se ha demostrado que la marihuana afecta el coeficiente intelectual sobre todo en la adolescencia, etapa en la cual se desarrolla el cerebro, además de relacionarla con patologías mentales como el síndrome psicótico, la ansiedad, la esquizofrenia o la depresión.

Para algunos adolescentes, el consumo de drogas se inicia como una manera de afrontar la ansiedad o el aburrimiento, mientras que para otros es a raíz de sentir curiosidad, presión de grupo o ganas de experimentar.

Las claves para abordar el tema de los porros

Para poder afrontar el tema de la droga con adolescentes no existe una fórmula exacta que evite que pase, pero hay que encontrar formas de hacerles ver que pueden ser quien ellos quieran sin necesidad de recurrir a las drogas, ni siquiera a las “inofensivas” y “blandas” como los porros.

Lo más importante es saber que si los adolescentes no reciben la información de sus padres o no se sienten cómodos hablando del tema, buscarán información en otras fuentes, y estas pueden no ser de confianza.

  1. Establece normas claras y concisas

La información debe ser veraz y tiene que estar acompañada de unas normas claras sobre lo que está bien y lo que está mal. Lo más efectivo es explicar las normas y las consecuencias de incumplirlas, sin ser punitivos ni estar fundarlas en el miedo al castigo.

Estas expectativas y normas deben estar dentro de una conversación normal como cualquier tema que se trate en la adolescencia, y se enmarcan en límites que se establecen para asegurar su seguridad. El adolescente debe entender que su seguridad es lo principal.

  1. Investiga los potenciales riesgos de fumar porros

Además de investigar los riesgos de fumar porros y sus consecuencias, cuando la preocupación sobre los hijos adolescentes crece alrededor de este tema, es normal que se quieran vigilar e investigar sus acciones. Pero lo más importante es saber vigilar cuando existe una situación de riesgo.

Si el consumo es esporádico o puntual, o tampoco se sabe si el adolescente tiene una relación estrecha con esta droga, lo mejor es conocer los riesgos y estar alerta para poder actuar con seguridad.

  1. Haz preguntas abiertas, sobre todo de sus amigos

En la etapa de la adolescencia la presión de grupo obtiene mucha fuerza, por lo que se hace necesario trabajar el decir que no y aplicarlo a otras situaciones, como decir que no a actividades que no le apetezcan hacer, para que no se le dé más importancia de la necesaria.

Cuando los adolescentes conocen los riesgos y consecuencias de fumar porros, adquieren una mayor capacidad para decir no. Poco a poco y con normalidad se les debe preguntar a los adolescentes qué relación tiene con sus amigos y cómo se sienten en su grupo para conocer su entorno fuera del ámbito familiar.

  1. Ten cuidado al hablar de tus propias experiencias

Las drogas no tienen que ser un tema de conversación tabú en la familia, se debe incluir esta temática en las conversaciones sobre salud y seguridad.  Es importante no glorificar experiencias vividas relacionadas con las drogas, que puedan avivar el deseo adolescente de querer experimentar con ellas.

  1. Inicia la conversación con naturalidad

A pesar de que puede que no haya un momento idóneo para sacar el tema, se debe dar el paso y hablar siempre que se pueda, con naturalidad, sin dramatizar ni banalizar el tema. Con procurar que haya una conversación diaria de unos minutos tocando varios temas es suficiente para que cuando haya que hablar de drogas no se vea como algo extraño.

  1. Mantén un diálogo de acompañamiento

El diálogo implica escuchar a los adolescentes antes de hablar, ya que, de esta forma, se puede saber qué es lo que saben sobre el tema de las drogas y así nos podremos adaptar a su conocimientos y lenguaje.

El diálogo es más que hablar, es observar, mostrar interés y crear un clima positivo donde se sientan cómodos para expresar sus ideas, dudas y preocupaciones, asentando una relación de complicidad y confianza con los adolescentes.

  1. Hazles saber que “fumar porros SÍ es un problema”

Una vez se ha tratado de entender lo que los adolescentes están experimentando a través de un diálogo de ayuda, sin amenazas, es el momento de intentar desmontar los mitos sobre los porros que conciben los adolescentes.

Para algunos, fumar cannabis es una actividad social mientras que para otros se convierte en una manera de llenar sus necesidades personales. Por este motivo, hay que explicarles de forma clara y concisa el desagrado y desacuerdo con esa conducta, sin amenazas, pero también explicando las consecuencias de su consumo prolongado.

Fumar porros no es ningún juego ni un hobby al que dedicar el tiempo libre. Consumir marihuana es peligroso, y hay que hacer entender que esta droga no es inofensiva y su salud puede verse perjudicada.

 

Si el consumo se vuelve adicción, busca ayuda

Para asegurarse de si hay riesgo de adicción, la terapia psicológica de un especialista puede orientar y diseñar el tratamiento adecuado. Si crees que necesitas ayuda profesional, en Amay A.MAS Terapia podrás encontrarla.

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